El «crédito al pánico» de Draghi

Draghi

Queda tan sólo un día para que Draghi anuncie una de las decisiones más delicadas en la historia del Banco Central Europeo. Una decisión que supone un giro de la política monetaria europea : la adopción del famoso QE (Quantitative Easing) o medidas de flexibilización cuantitativa.

El QE consiste fundamentalmente en la compra masiva de bonos u otros títulos de deuda pública que emiten los gobiernos,con el efecto de aumentar el precio de dichos títulos y rebajar los tipos de interés, generando mayor liquidez en el sistema financiero. La gran mayoría de los economistas aplauden la decisión de Draghi,y esperan que el BCE compre un paquete de deuda pública por importe de 1.000 millones de euros. Asimismo, los mercados financieros ya han descontado la decisión del presidente. No obstante, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha advertido que la compra de bonos ha de realizarse de manera prudente y gradual.

La razón esgrimida por los defensores del programa de QE es que, hasta el momento, la política monetaria expansiva «convencional» no ha conseguido estimular la economía europea lo suficiente. Además, la tan temida deflación es interpretada como una prueba más de que el consumo y la inversión no están tirando lo suficiente para consolidar la recuperación económica.

Resulta sorprendente que a medida que las políticas expansivas son cada vez más agresivas, el término de lo que es «convencional» caduca a una velocidad mayor. Es decir, cuando el BCE reduce los tipos de interés al mínimo histórico y los mantiene durante años, parece que hay que buscar un paso más allá porque dicha política ya es convencional y no funciona. Cuando los gobiernos europeos gastan casi un 50% del PIB para aumentar la demanda agregada, la política se vuelve convencional y hay que ir más allá emitiendo deuda pública, que en algunos países supera el 100% del PIB. Es decir, no se trata de que estas políticas hayan fracasado, sino de que han sido demasiado limitadas. Paul Krugman lo resume perfectamente cuando afirma que «el problema es que no se ha gastado aún lo suficiente».

Aunque algún lector pueda tacharme de escéptico o de nadar a contracorriente, lo cierto es que hay opiniones mucho más autorizadas que la mía que advierten que Europa está negando la realidad. El economista Steen Jakobsen se ha pronunciado recientemente sobre el QE europeo y recuerda que el Viejo Continente no es Estados Unidos. En efecto, los ciudadanos europeos son ahorradores netos, y la política monetaria aplicada ha sido contraproducente al no permitir que el mercado «purgase sus errores».

Hemos insistido en muchas ocasiones en este blog el delicado contexto en el que nos encontramos. La economía privada europea está muy endeudada y necesita urgentemente ahorro para equilibrar sus finanzas. No es congruente seguir inyectando más liquidez en el sistema cuando el mercado no demanda más crédito. Hay un stock de inversiones que debe liquidarse (no es necesario recordar las más de 500.000 viviendas en España sin vender como consecuencia de los errores empresariales cometidos tras la brutal expansión crediticia). Por ello, la deflación no ha de ser necesariamente mala cuando es resultado de esta depuración y si se configura como antecedente a un escenario de ahorro e inversión previa que permita incrementar la producción y reducir los precios. La deflación en tales términos no es nociva. Otra cosa es cuando la deflación sea inducida por la autoridad monetaria, como ocurrió en la Inglaterra de Winston Churchill.

Aprovechando la historia del pensamiento económico, Hayek nos demuestra que el panorama actual no es algo novedoso. En su artículo «La política monetaria en los Estados Unidos tras la recuperación de los años 20», el economista austriaco escribe las reformas que introdujo la Reserva Federal (Fed, para los colegas) en 1.914, es decir, hace poco más de un siglo:

El principal objetivo de la gran reforma bancaria de 1913-14 fue crear una autoridad que ayudara a evitar los pánicos financieros que habían padecido frecuentemente los Estados Unidos facilitando créditos en épocas de recesión (“crédito al pánico”) (…) Parece que las ideas de esta clase, con origen en la influyente “Escuela Bancaria”, han seducido reiteradamente a los expertos monetarios norteamericanos, haciéndoles caminar en la dirección errónea.”

A continuación llegó la crisis de 1.929 y la Gran Depresión de los años 30. Juzguen ustedes…

El QE ha sido empleado en algunos países como Japón y más recientemente en Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, es evidente que las mismas políticas no producen los mismos efectos en todos los países, y corremos el riesgo de que Europa pueda sufrir una «japanización de su economía».

Por tanto, lejos de alabar el rumbo que está tomando el BCE, es preciso insistir en que Draghi corre el peligro de cometer los mismos errores que en el pasado, la concesión del crédito al pánico.