Friedrich Hayek se ha convertido en uno de los pensadores más importantes del siglo XX. Sus ideas son defendidas y discutidas con vehemencia hoy en día por los estudiantes de la Economía y el Derecho, sin dejar a nadie indiferente. De hecho, el debate que mantuvieron Keynes y Hayek en los años 30 sobre el origen de los ciclos económicos permanece candente en el actual contexto de crisis económica.
El economista austriaco dedicó toda su vida a luchar por una sociedad más libre. De la mano de su maestro y amigo, Ludwig Von Mises, Hayek trató la imposibilidad teórica del socialismo, definiéndolo como «todo sistema de agresión institucional y sistemática en contra del libre ejercicio de la función empresarial» (véase Huerta de Soto y su «Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial»). Es necesario precisar que el concepto de función empresarial abarca mucho más que el mero ámbito mercantil. Los economistas austriacos definen la función empresarial como la innata capacidad del ser humano para crear y buscar medios para cumplir sus fines, sean cuales sean.
Hayek no duda en calificar al socialismo como un error intelectual.
Frente a quienes piensan que el mercado es demasiado importante como para dejarlo actuar al libre albedrío y piden una intervención del Estado, Hayek afirma radicalmente lo contrario. Es decir,afirma que el mercado es tan complejo que ningún gobierno puede disponer de la información necesaria para controlarlo o dirigirlo y así lograr los objetivos que pretendan. Ningún órgano puede recoger la información subjetiva, tácita y dispersa de los individuos en el curso de nuestras acciones, que están guiadas por planes que cambian constantemente en el tiempo.
Los precios son resultado de las relaciones históricas de intercambio entre los individuos, y actúan como señales de información en el mercado, recogiendo las preferencias (de nuevo, siempre subjetivas) de los agentes económicos, o la disponibilidad de los recursos y bienes económicos.
El socialismo, al no basarse en un sistema libre de precios, está condenado a fracasar y a frenar el progreso de la sociedad cada vez que intente coaccionar y poner un coto a la libre creatividad humana.
Para Hayek la libertad está íntimamente ligada al individualismo,entendido como la teoría que estudia las fuerzas que determinan la vida social del hombre en sus acciones individuales. Por tanto, frente a lo que a menudo se opina, el individualismo no significa egoísmo, o aislamiento del ser humano.
Siendo el hombre un ser social por naturaleza, intentará cumplir los fines que él persiga, como por ejemplo el bienestar de su familia. En el desarrollo de los procesos sociales de los individuos, el papel del Derecho es fundamental. Hayek, basándose en el jurista italiano Bruno Leoni (véase su tratado «La Libertad y la Ley»), concibe el derecho como el conjunto de comportamientos pautados que la sociedad adopta espontáneamente en un proceso muy dilatado de tiempo, a través de la prueba y el error. Esta concepción natural del derecho choca con la actual legislación positivista, que otorga un racionalismo extremo al Estado y le da categoría moral para articular la ley a su juicio.
Hayek, lejos de ser un anarcocapitalista, defendía reducir el papel del Estado a la mínima expresión. Todo su trabajo demuestra que la idea de la libertad no puede tomarse a la ligera, y que los peligros del socialismo aún amenazan por destruir el progreso social en nuestros días.
Para los que perseguimos una sociedad más libre, nuestra deuda intelectual con Hayek es indiscutible…