En deuda(dos) con Podemos

endeudado

El partido político (antes movimiento)  Podemos, ha anunciado recientemente dos nuevos «fichajes», que deberán configurar su ambicioso plan económico para España. Ambos, catedráticos y economistas de renombre: Vicenç Navarro y Juan Torres.

Resulta muy recomendable estudiar las propuestas de los dos profesores en materia de reformas económicas para advertir su afinidad con el programa de Podemos, el cual ya ha sido analizado en este blog.
Respecto al problema de la deuda que está atravesando actualmente la economía española, recientemente se ha pronunciado Juan Torres. Se reproduce su artículo aquí.
La tesis del economista de Podemos se centra en negar cuatro grandes mitos que giran en torno a la deuda, a saber:
Primero, la deuda se origina porque los ciudadanos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Segundo,que la deuda pública se origina porque se realizan demasiados gastos sociales.
Tercero, los gobiernos de izquierda son más proclives a aumentar la deuda.
Cuarto, dichos gobiernos de izquierda se niegan a pagar la deuda y agravan el problema aún más.
Quede claro que estoy de acuerdo con Juan Torres en que estas cuatro hipótesis podrían considerarse mitos o tópicos, ya que no han de cumplirse necesariamente. Sin embargo, el problema es que Torres emplea argumentos todavía más oscurantistas que aquellos mitos que pretende derrumbar. Analicemos en detalle:
Torres sí cree en realidad que el origen de la deuda es haber vivido por encima de nuestras posibilidades. La salvedad es que simplemente traslada la culpa de este exceso de las familias a las grandes empresas y bancos. Es decir, quienes han vivido por encima de sus posibilidades son los poderes financieros y monopolísticos, no las familias. Sin embargo, aún admitiendo este argumento, el exceso o derroche no es la causa directa del origen de la deuda, sino la consecuencia de la gran «exuberancia irracional» : las políticas monetarias expansivas aplicadas por los bancos centrales durante la década de los años 90 y posteriormente entre el 2001 y 2007, fecha en que estalla la crisis financiera.
Esta expansión artificial del crédito es la que en términos microeconómicos genera una descoordinación entre los ahorradores e inversores. Los empresarios se lanzan a invertir en proyectos intensivos en capital por el aparente aumento de fondos prestables, cuando en realidad el ahorro que respalda dichos fondos no se ha producido.
Juan Torres señala que en el año 2008 la deuda de las familias representaba el 20% del total, frente al 57% de la deuda de los bancos y grandes empresas. Sin embargo, el economista ignora en sus datos (muy hábilmente) la evolución de la deuda pública y privada desde el 2007 hasta la actualidad, ya que así se vería forzado a admitir que la deuda privada se ha reducido en más de un 15% a pesar de soportar mayores impuestos, mientras que el Estado se ha ido apalancando a un ritmo vertiginoso, alcanzando el 100% del PIB.
Siguiendo con el segundo mito, no es cierto que la deuda pública se produzca como consecuencia de un exceso de gasto social. En todo caso, con independencia del tipo de gasto, la deuda se producirá porque los ingresos públicos no son suficientes. Las alternativas son dos: reducir gastos o incrementar los ingresos. Siendo evidente cuál es la alternativa preferida por el gurú de Podemos, lo cierto es que el gasto público en España (en torno al 50% del PIB), es superior ahora que en los años previos a la crisis. ¿Austeridad?  No, es un «pillaje recíproco», un vivir a expensas del otro que el Estado ha necesitado perpetuar para intervenir en más esferas del individuo. La asistencia social no es discutible, todo lo demás, en concreto más de 200.000 millones de gasto público basado en subvenciones, obras públicas, y un largo etcétera, sí es discutible.
Continúa Juan Torres exponiendo, frente al tercer y cuarto mito, que son los gobiernos de derechas quienes generan las grandes deudas de la historia económica. Después son los gobiernos de izquierdas quienes tienen que asimilarla. De hecho, Torres piensa que la mejor forma de asimilar la deuda es no pagándola. Pone ejemplos de los presidentes Reagan y Bush en Estados Unidos como los años de mayor deuda del país en su historia. Tiene razón, pero,¿ a quién nombró Reagan como presidente de la Reserva Federal en 1987? A Alan Greenspan, diseñador de la  «exuberancia irracional» descrita anteriormente y que él mismo reconoció. No obstante, Torres cae en una contradicción: condena la  administración de Reagan, pero a la vez pide que los bancos centrales moneticen más deuda financiando directamente a los gobiernos.
El economista es partidario de la auditoría de la deuda, negando el pago de aquella parte que se considere «ilegítima». Esto plantea varios problemas. El primero de ellos es que juzgar algo como legítimo e ilegítimo depende siempre de criterios exclusivamente subjetivos, y más cuando el que juzga es un político. Por eso, si en el momento de vencimiento de la deuda nuestro ministro de economía anuncia a los acreedores que no vamos a pagarles porque el dinero que ellos nos han prestado ha sido empleado en operaciones ilegítimas, lo que ocurrirá es que nadie se atreverá a volver a prestarnos dinero y los inversores retirarán su capital de España. La seguridad jurídica no significa que arbitrariamente se pague o no una determinada deuda. Además, me permito señalar (mi deformación como auditor en el sector público me avala) que prácticamente la totalidad de todos los programas operativos, subvenciones, proyectos de formación, innovación, etc que se ejecutan en España están cofinanciados en un gran porcentaje por fondos europeos. Automáticamente nuestros acreedores europeos exigirían la retirada de esas financiaciones. Otro caso similar es nuestro Fondo de Reserva de Pensiones, financiado por deuda pública alemana y francesa.
Por tanto, las consecuencias de no pagar la deuda nos abocarían a un desastre. El primer paso debe ser que el Estado comience a reducir el gasto público, al tiempo que permita a la economía privada incrementar su renta disponible para liquidar sus deudas lo antes posible.
Si Juan Torres o Vicenç Navarro llegan a ser ministros en un futuro próximo, tendrán que cambiar radicalmente sus propuestas, por el bien de sus compatriotas a los que tan vehementemente afirman defender…

2 comentarios en “En deuda(dos) con Podemos

  1. Hola Jaime, estoy de acuerdo con tu postura sobre el programa económico de Podemos. Me gustaría hacer un comentario sobre esta frase.

    «El primer paso debe ser que el Estado comience a reducir el gasto público, al tiempo que permita a la economía privada incrementar su renta disponible para liquidar sus deudas lo antes posible.»

    Si no me equivoco el gasto público está sobre el 42% del PIB en España (siete puntos menos que la media de la UE). Teniendo en cuenta que las mayores partidas son pensiones, prestaciones por desempleo y pago de intereses de la deuda, a lo que hay que sumar gasto en educación y sanidad, no parece quedar mucho margen de reducción. Aunque es cierto que queda algo de «grasa» por quitar. Por tanto, ¿puedes precisar mejor qué partidas presupuestarias reducirías?
    Además, según el FMI el valor de los multiplicadores fiscales es mayor de lo que se esperaba, por lo que el efecto contractivo de la austeridad es aún más acusado, por lo que ésta puede llegar a ser contraproducente. ¿Vale la pena arriesgarnos a una tercera recesión en Europa?
    ¿No crees que el problema viene más bien del lado de los ingresos, mucho menores en términos del PIB que la media de la UE? (SICAVs, irrisorio pago de empresas de IBEX y empresas como Apple…, evasión y elusión fiscal). Que conste que estoy totalmente a favor de la reciente reducción del IRPF, creo que es necesaria una reforma integral del sistema impositivo español que lo acerque a los estándares europeos, y reduzca la presión sobre las clases medias y asalariados.

    Un saludo.

    • Estimado Paco

      Gracias por tu comentario. Contesto tus consideraciones:

      El gasto público en 2013 está en torno al 45%, muy similar a Alemania o Reino Unido. En otros países con una destacada economía pública como Francia, el gasto público es superior al 55%. El problema de las medias es que es un indicador que tiene muchos matices. No obstante, aún admitiendo que el gasto público en España fuese ligeramente inferior al de la media europea, lo cierto es que desde 2004 a 2013 fue la economía que más gastó, con un incremento del 40%. Alemania lo incrementó un 18%, Francia un 33%, etc. El punto no es tanto la cifra concreta de un año, sino la senda que llevamos a lo largo del tiempo.
      Dicho esto, comentas que sin tocar pensiones, sanidad,etc, sólo quedaría algo de «grasa» por quitar. Yo creo que hay mucho más margen de maniobra: 10.000 millones en subvenciones (he trabajado un tiempo auditando muchas de ellas, y muchas son prescindibles), 25.000 millones en inversión pública (aún nos queda pagar los polideportivos, aeropuertos y obras faraónicas del Plan E), 40.000 millones en empleo público, 40.000 millones en transferencias sociales (que se pueden racionalizar o eliminar, como el caso del PER andaluz o extremeño)
      Respecto al análisis del FMI, se sigue basando en perpetuar el estímulo de la demanda. Pero a pesar de tener los tipos de interés por el suelo, la economía privada está haciendo sus ajustes y está ahorrando, por mucho que se esfuerce el FMI en que gastemos. Tenemos una deuda muy elevada y una renta disponible cada vez más baja, con tasas de ahorro en mínimos históricos. No hay más margen para estimular la demanda.
      Por último, respecto a los ingresos públicos, mencionas que efectivamente tenemos una presión fiscal menor a la media. Creo que un índice más representativo es el esfuerzo fiscal, que mide los ingresos públicos en base de la renta disponible de los contribuyentes. El esfuerzo fiscal es superior a la media europea. Nuestra tributación sobre la renta y sobre las empresas es igualmente muy alta. Las cotizaciones a la Seguridad Social son las más altas de Europa…es decir, tampoco creo que haya mucho margen para los ingresos públicos, y si lo hubiera, sería a costa de agravar y perpetuar el problema de la deuda aún más.
      Exprimiendo a las familias y a las empresas no debería ser la principal baza. Está demostrado que el fraude crece con altas fiscalidades. A nadie le gusta defraudar, pero cuando tiene que pagar una cifra confiscatoria, se ve forzado a buscar otras vías.

      Un saludo.

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