Desmitificando al «Minotauro Global» de Varoufakis

varoufakis

Yanis Varoufakis se ha convertido en el economista de moda. Su exquisita educación y capacidad de oratoria, así como la originalidad de las chaquetas que acostumbra a llevar, han ensalzado la figura de este economista greco-australiano a la altura de pesos pesados como Thomas Piketty o Paul Krugman, liderando la liga “anti austeridad” y proclamando el fin de lo que ellos califican el dogmatismo del libre mercado.

De hecho, algunos no han dudado en apodar al ex ministro de finanzas griego como Varoufucker, en muestra de su rebeldía y escepticismo hacia el modelo económico de la Unión Europea basado en una moneda única y un sistema de cambios fijos.

En su famoso ensayo El Minotauro Global, Varoufakis realiza su análisis sobre el origen de la profunda crisis económica que aún padecemos y propone una serie de medidas encaminadas a no volver a cometer los mismos errores que en el pasado. En este post, realizaremos un análisis crítico de este ensayo.

En primer lugar, más allá de exponer una síntesis de El Minotauro Global, resulta relevante explorar las fuentes de las que bebe el autor, para así poder entender el instrumental analítico que emplea.

En este sentido, es preciso señalar que El Minotauro Global no es un trabajo estricto de teoría económica. Más bien, el enfoque de Varoufakis se basa en una interpretación histórica de las fuerzas económicas que han conformado el diseño de un sistema económico que, a lo largo de muchas décadas, alimentaron a una bestia imposible de refrenar.

Por ello, y a pesar del desarrollo de un hilo cronológico muy bien estructurado dentro de esta obra, resulta poco convincente, o poco académico si se prefiere,  exponer una tesis sobre el origen de la crisis económica sin hacer una sola referencia a la teoría del capital iniciada por Böhm-Bawerk, que explica el funcionamiento de los mercados de capital a partir de la oferta de fondos prestables (vía ahorro por parte de las unidades superavitarias) y la demanda de los mismos para la inversión (vía concesión de préstamos a las unidades deficitarias).

En la lógica de intermediación y canalización de capitales surgen los sistemas financieros. Por tanto, la importancia de la teoría del capital no puede ser desdeñada, ni tampoco su desarrollo posterior de la mano de economistas de diversas corrientes como Mises, Marx y Minsky, las “tres M” del pensamiento económico que detectaron que el origen de los ciclos se encuentra en un fallo orgánico del sistema financiero y no en un shock externo.

Varoufakis sí menciona brevemente a Marx y a Minsky, pero en ningún momento se propone contrastar las aportaciones teóricas de ambos autores, cuyo denominador común, frente al austriaco Mises, es que para ellos la inestabilidad del sistema financiero es algo natural conforme a la madurez de la economía capitalista. Es decir, la explicación de la crisis es que la economía estaba creciendo a un nivel insostenible y es necesario controlar el sistema financiero frente al mercado imperfecto y especulativo.

Para dar respaldo a la idea de que la economía de mercado es inestable y ha de ser necesariamente controlada por el Estado, Varoufakis hace referencia a Schumpeter, consagrado como uno de los “padres” del pensamiento económico liberal y autor del famoso concepto de la “destrucción creativa”, que explica cómo la innovación, motor del sistema capitalista, tiende inexorablemente hacia un estado estacionario donde las empresas se burocratizarán y caerán en la monotonía, dejando finalmente de innovar y llegando al socialismo.  De este modo Varoufakis puede concluir que el liberalismo, a la larga, es un paradigma que ha de ser superado. Sin embargo, es preciso señalar la inconsistencia del argumento de Varoufakis y su profundo reduccionismo: una de las principales críticas al liberalismo que se encuentran en el libro es el problema de los modelos estáticos de equilibrio aplicados por los economistas neoclásicos. Estos modelos carecen de un análisis dinámico al ignorar la variable temporal y considerando los precios de los bienes y los factores como parámetros, donde además el mercado se constituye por un sistema de competencia perfecta en el cual los empresarios venden los mismos tipos de bienes y al mismo precio. Sin embargo, a la vez que realiza esta crítica (compartida en este blog), Varoufakis utiliza los planteamientos de Schumpeter para reforzar sus conclusiones, cuando el propio Schumpeter parte del modelo de equilibrio de Walras, su economista neoclásico de referencia.

No es riguroso criticar una metodología y al mismo tiempo servirse de los planteamientos derivados de la aplicación de dicha metodología.

En síntesis, la explicación de Varoufakis se centra en tres grandes ejes o momentos que se fraguan en el siglo XX: el Plan Global, el Minotauro Global y finalmente las Damas del Minotauro.

minotauro

Plan Global

Para Varoufakis, el Plan Global es el origen del problema de los ciclos recurrentes de auge y depresión que la sociedad ha venido padeciendo desde mediados  del siglo XX. En efecto, dicho plan global se concibe como una estrategia diseñada y ejecutada por Estados Unidos para constituir su imperio económico. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el continente europeo se halla sumido en plena reconstrucción. Varoufakis explica que esta situación es aprovechada por Estados Unidos para proveer a los países europeos de los bienes y servicios que necesitan para reparar los costes de la guerra, al tiempo que la industria americana se expande por todo el Viejo Continente. Asimismo, Estados Unidos pone en marcha el famoso Plan Marshall  de ayudas económicas por un valor de más de 13.000 millones de dólares.

Con este plan, Varoufakis descubre que la intención de Estados Unidos es “dolarizar” el mundo, consiguiendo que el dólar se convierta en la moneda de referencia internacional. El nuevo marco institucional alcanzado tras la celebración de los acuerdos de Bretton Woods echó tierra a la propuesta británica de Keynes para consolidar finalmente un sistema financiero en el que las divisas europeas estarían vinculadas al dólar, y éste último quedaría ligado al patrón oro.

Según el economista griego, la supervivencia del Plan Global requirió a los americanos crear ciertos “satélites” que le garantizasen la expansión continua de sus industrias. Estos satélites son, entre otros, Alemania y Japón, a quienes Estados Unidos se aproximó para reactivar sus economías. Varoufakis va más allá al señalar incluso que ciertos conflictos bélicos como la Guerra de Corea fueron alimentados por Estados Unidos con el objetivo de lograr la regeneración económica de Japón.

¿A qué se debe esta generosidad? Simple, si países de gran potencial económico como Alemania y Japón se convierten en los gigantes de Europa y Asia, Estados Unidos se convierte en su principal exportador de bienes de capital, energía y otros recursos.

La llegada del Minotauro Global

El Plan Global funcionaba a la perfección hasta la década de los 60, cuando Estados Unidos comienza a incurrir en un elevado gasto público, fruto de la Guerra de Vietnam y los diversos programas keynesianos de estímulo de la demanda (entre ellos The Great Society del gobierno de Johnson). Tal nivel de gasto incrementó el déficit público de los Estados Unidos y el gobierno comienza a endeudarse a través de diversos instrumentos de política económica. Varoufakis defiende el beneficio social de los programas keynesianos realizados en Estados Unidos, y por ello, en lugar de denunciar la irresponsabilidad política de incrementar el gasto público a niveles insostenibles, Varoufakis carga contra las reglas del mercado.

Para financiar su creciente déficit, Estados Unidos recurre a pedir deuda en el exterior, especialmente a sus países “satélite” en Europa y Asia. En este momento es cuando Varoufakis habla de la creación de un Minotauro global alimentado por Estados Unidos, y que se refiere al diseño de una política económica basada en la captación continua de capitales extranjeros para financiar sus déficits gemelos (el déficit público y el déficit comercial).

Varoufakis, como buen griego, recurre a la mitología para explicar los fenómenos económicos. Sin embargo, hablar de seres mitológicos puede derivar en que se desdibuje quiénes son los actores reales y la responsabilidad de sus acciones, algo que el economista utiliza hábilmente para justificar, de nuevo, que el Minotauro Global es consecuencia del libre mercado.

En este punto es necesario referirse al excelente ensayo de Roger Garrison, Tiempo y Dinero, escrito hace ya una década y donde la exposición de los acontecimientos arroja una visión muy diferente a la de Varoufakis. En efecto, Garrison desarrolla en su libro una macroeconomía basada en el capital donde las inversiones son financiadas con cargo a ahorro previo (oferta de fondos prestables). Garrison pone el ejemplo de los Estados Unidos para mostrar las tres políticas para obtener financiación y que son iniciadas por los diferentes gobiernos, verdaderos creadores del Minotauro Global y cuya intervención, por tanto, dista mucho de ser calificada como de libre mercado:

  • Ahorro doméstico: Garrison explica que en primer lugar, una política de financiación por parte del Gobierno es que éste pida prestado a sus ciudadanos mediante la emisión de bonos u otros instrumentos similares del Tesoro Púbico. Esta fue la política empleada por la administración de Nixon a mediados de la década de los 60. Dado que los recursos financieros son limitados, si los ciudadanos prestan su dinero al gobierno, este dinero deja de estar disponible en el sistema financiero para los inversores y empresas que demandan fondos prestables. Esta presión sobre la demanda incrementa los tipos de interés, tal y como ocurrió en Estados Unidos hasta finales de los 60.
  • Reserva Federal: En segundo lugar, el Gobierno puede tomar dinero prestado por parte de los propios Bancos Centrales. Esta política se denomina monetización de deuda, ya que el Banco Central crea nuevo dinero expresamente para financiar al Estado y también a empresas y consumidores. Sin embargo, la expansión artificial de la oferta monetaria genera inflación, dado que al no producirse un ahorro previo que financie nuevas inversiones, el consumo presente sigue creciendo a la vez que los inversores creen que existen mayores recursos financieros disponibles de los que en realidad hay. La inversión se dispara y los precios y salarios crecen. La administración de Carter es un perfecto ejemplo de este tipo de política. Tal y como sostiene Garrison: “El gobierno de Carter fue altamente exitoso en desplazar la responsabilidad de la inflación de dos dígitos hacia el Oriente Medio y los esfuerzos de la OPEP para explotar su monopolio de la oferta mundial del crudo”.
  • Ahorro externo: Por último, el gobierno puede tomar prestado en los mercados mundiales de capital, esto es, exportar deuda. Esta fue la política adoptada por la administración de Reagan en los años 80. Los buques de Alemania y Japón llegaban a Estados Unidos cargados con bienes reales como maquinaria pesada, coches o equipos electrónicos, y regresaban con bonos del Estado y otros activos similares, sin intercambio de otros bienes americanos. Esta situación debilitó sustancialmente a la industria estadounidense por la caída de sus exportaciones. Como resultado, al déficit presupuestario se le sumó un hermano gemelo: el déficit comercial.

Varoufakis no explica en ningún momento de su libro el origen de los déficits gemelos detallado en este post, dado que hacerlo le obligaría a concluir que la irresponsabilidad de los gobiernos de gastar por encima de sus posibilidades les conduce a distorsionar la economía a través de la expansión crediticia, descoordinando las acciones de los agentes económicos y produciendo los ciclos de auge y depresión, cuando los inversores se dan cuenta de que han iniciado proyectos que no son viables y se disponen a ejecutarlos.

Frente a esta explicación que tiene como base la macroeconomía del capital, Varoufakis únicamente afirma que para financiar sus déficits gemelos, el Minotauro Global de los Estados Unidos se ve obligado a atraer un gran volumen de capital extranjero. Con ello, da comienzo el tercer eje o momento del libro:

Las Damas del Minotauro

Varoufakis explica que el gobierno “liberal” de los Estados Unidos inicia un periodo durante los años 90 de desregulación financiera que permitió a los bancos privados conceder créditos y otros instrumentos de muy baja calidad, sumiendo a la economía doméstica en un elevado endeudamiento privado que finalmente derivó en la actual crisis financiera de 2007. Para el economista griego, las damas del minotauro serían los CDO´s o las denominadas hipotecas subprime, así como todas aquellas regulaciones e instrumentos que facilitaron que el Minotauro Global siguiese captando todo el capital posible del globo. Es de lamentar que Varoufakis no condene expresamente la política de reducción de tipos de interés entre el 0 y el 0,25% realizada por Alan Greespan y Ben Bernanke. La razón de ello estriba en que las propuestas de solución que se presentan en el libro pasan por dar un mayor poder a los bancos centrales para que condonen la deuda pública de los países más endeudados como Grecia. Sin embargo, en este punto se pone de manifiesto otra grave inconsistencia. Dado que la Reserva Federal o el Banco Central Europeo se configuran como prestamistas de última instancia, inyectando toda la liquidez necesaria para evitar el desplome de aquellos bancos que concedieron créditos sin asumir los riesgos, difícilmente se puede esperar, tal y como propone Varoufakis, que otorgando  mayores poderes precisamente a la Reserva Federal y al Banco Central Europeo, el fallo del sistema financiero se vaya a solucionar.

En conclusión, si bien Varoufakis realiza un análisis muy completo de cómo se configura el orden económico mundial vigente en nuestros días, nuestra especial crítica al libro de El Minotauro Global radica en que su autor carece de una explicación sólida respecto a cuáles son los determinantes de la inversión en una macoreconomía del capital. Varoufakis ignora la teoría del capital y adopta la premisa keynesiana de que la inversión depende únicamente de los animal spirits o las expectativas, sin pararse a explicar cuáles son las fuentes de dicha inversión.

Lejos de cualquier mito griego, el verdadero Minotauro Global de la economía mundial no reside en el libre mercado, sino en un diseño institucional donde los gobiernos han privilegiado a los bancos precisamente para poder financiar sus excesos, conduciéndonos a la última crisis en la que aún nos encontramos y que es sin duda la más grave de toda la historia económica.

 

 

 

 

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